12 abr 2014

Las aventuras del buen soldado Svejk, de Monika Zgustová

Las aventuras del buen soldado Svejk, de Monika Zgustová, sobre el personaje del escritor checo Jaroslav Hašek 
  
Leer "Las aventuras del buen soldado Svejk" es, en cualquier caso, ya sea la novela original, ya alguna de sus versiones para el teatro, una gran fiesta para el espíritu; y más aún si, en el caso de se una versión teatral, la irrisoria grandeza del personaje llega a nosotros en toda su pureza y con todos los reflejos propios de una creación que bien puede considerarse genial, y que destacó a su autor, el escritor checo Jaroslav Hasek, a la primera fila de los escritores europeos. Mónika Zgustová ha hecho esta hazaña, facilitada desde luego por los antecedentes de esta empresa, entre los que hubo discutibles soluciones, como la versión que hicieron Max Brod y Hans Reimann, cuando Erwin Piscator decidió pro primera vez poner en un escenario berlinés una versión de la novela, con decidida intención de mostrar lo que él llamaba "la fuerza revolucionaria del humorismo". Por fin, trabajarían en esta tarea, con Piscator, Brecht, Gasbarra y Lania, y de ese crisol salió un espectáculo en la gran línea del teatro político. También es de recordar la versión inglesa que hizo Joan Littelwood en el "Whorkshop Theatre" de Londres, un espectáculo muy divertido, quizás un poco banalizado.
Son "las aventuras de un idiota", en la expresión de Mónika Zgustová, pero de un idiota capaz de revelar con enorme fuerza las idioteces de un sistema, los horrores del militarismo denunciados no mediante la rebelión frontal a su tiranía sino obedeciendo escrupulosamente las órdenes que de ese sistema proceden. En ello reside la clave de la genialidad del personaje, que en seguida se situó por derecho propio entre los grandes tipos de la literatura. Esta edición va acompañada de un texto del gran novelista Bohumil Hrabal, gran admirador de esta novela, para quien Svejk "es un personaje tan enigmático que creo que nadie lo comprende del todo"; es "un enigma", condición que comparte con Hasek, su autor, cuya muerte temprana impidió que esta novela memorable fuera terminada.

Afirma Bohumil Hrabal: "El buen soldado Svejk me enseñó a mirarlo todo desde la perspectiva de los marginados, de los de abajo. Y desde el punto de vista de la docta ignorancia, o sea, apagando el brillo del intelecto e intentando ser igual al polvo en que me voy a convertir. El buen soldado Svejk me enseñó a preferir la vivencia al saber puro."